58ª Muestra Internacional de Arte de la Bienal de Venecia. May you live in interesting times (2019)
Hay quien dice que el drama en una película no puede tener un futuro puesto que todo relato ha sido predicho, realizado y editado para atajar nuestra incredulidad, así sea en forma temporal. Y hay quien piensa, como Pablo Vargas Lugo, que el cine es el medio más adecuado para llevar a cabo una reflexión no solo acerca del concepto de fe como creencia religiosa sino, también, sobre las maneras en que nuestras convicciones se ven reflejadas –cuando no distorsionadas e instrumentalizadas– en el discurso político y el imaginario cultural.
Actos de dios parte de las distintas perspectivas que ofrecen las cuatro versiones de los evangelios canónicos sobre una misma historia. La obra recoge las inconsistencias en los detalles y las divergencias en algunos momentos que se refieren a episodios específicos en la vida de Cristo para generar una narrativa no-lineal y plantear una serie de preguntas en torno a lo que sucedería si aquel a quien le fue asignada la tarea de redimir a la humanidad, se esmerara en cumplir las predicciones que de su vida hicieron los profetas, sin tener la certeza de que se logren consumar. ¿Qué pasaría si se pusiera en entredicho la relación causa-efecto y, de escapar su desenlace al orden de las cosas que dictaba el Antiguo Testamento, ¿cómo se reorganizarían sus episodios y se acomodarían sus secuencias? En otras palabras, Actos de dios abre la posibilidad de imaginar qué nuevas enseñanzas podríamos sacar si las parábolas no consiguieran revelar aquello que, según dictaba la biblia, permanece oculto desde la creación; y si, ante el desconcierto de actantes y actores que protagonizan esta historia, se cruzaran sus miradas dejando que se infiltren nuevas subjetividades en sus distintos escenarios.
Puesto de otra forma, pudiera ser que las fallas y tropiezos que reúne Actos de dios revelen paralelismos con otras fábulas y ficciones que apuntan a la persistencia de problemáticas diversas como la relación entre la avaricia y el poder; la migración y la pobreza; la duplicidad y la traición; la tentación y los milagros; la incredulidad o, en su defecto, el mesianismo político y el fanatismo religioso que, de la mano de la intolerancia y el fundamentalismo, han ido transformando nuestro tejido social.
Pablo Vargas Lugo (n. 1968) estudió artes visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En su trabajo utiliza elementos de diversas disciplinas como la astronomía, la cartografía, la arqueología y la ciencia ficción. A través de dibujos, esculturas, pinturas, instalaciones y videos desarrolla juegos conceptuales que, muchas veces con humor, hacen referencia a temas como el lenguaje, las convenciones sociales y las tradiciones milenarias. Entre sus exposiciones más importantes se encuentran Naj Tunich (La Tallera, Cuernavaca, 2018), Atlas (Museo Universitario del Chopo, Ciudad de México, 2018), Micromegas (Museo Tamayo, Ciudad de México/Museo Amparo, Puebla, 2014), Intemperie (Museo Experimental El Eco, Ciudad de México, 2012), Eclipses for Austin, (Blanton Museum of Art, Austin, 2009), Contemporary Projects (Los Angeles County Museum of Art, Los Ángeles, 2005) y CongoBravo (Museo de Arte Carrillo Gil, Ciudad de México, 1998). En 2018 participó en la 12a Bienal de Shanghái. Vargas Lugo vive y trabaja en la Ciudad de México.
Magali Arriola es curadora independiente y crítica de arte. Actualmente se desempeña como Kadist Lead Curator para Latinoamérica. Anteriormente fue curadora del Museo Jumex (2011-2014) donde organizó exposiciones que incluyen James Lee Byars: ½ Autobiografía (curada en conjunto con Peter Eleey y MoMA PS1), Guy de Cointet—Tempo Rubato y Danh Vo لحجارة وادي [Wād al-ḥaŷara], entre otras que contextualizaron la obra de la Colección Jumex. Entre 2009 y 2011 fue curadora en jefe del Museo Tamayo donde trabajó con artistas como Roman Ondák, Joachim Koester, Claire Fontaine, Adrià Julia y Julio Morales. En 2006 fue curadora invitada en el Wattis Institute for Contemporary Art en San Francisco, y entre 1998 y 2001 fue curadora en jefe del Museo de Arte Carrillo Gil, en la Ciudad de México, donde tuvo oportunidad de trabajar con una generación de artistas, entre ellos, Eduardo Abaroa, Francis Alÿs, Miguel Calderón, Daniela Rossell y Pablo Vargas Lugo. Arriola ha escrito extensamente para libros y publicaciones como Art Forum, Curare, Frieze, Mousse, Manifesta Journal y The Exhibitionist. Actualmente reside en la Ciudad de México.